
Intenta independizarse de su familia y a los 18 años se va a París para estudiar teatro. Pero su padre le retira el apoyo económico y tiene que volver.
De regreso, por una casualidad se convierte en modelo. Cruzando la calle, estuvo a punto de ser arrollada por un taxi. La salva un hombre que resulta ser Conde Nast, editor de la revista Vogue, quien queda impresionado por su belleza y le ofrece ser modelo de su revista.
Tiene otro conflicto con su familia: una de sus fotos es usada en un anuncio de toallas sanitarias! “Una mujer decente no puede relacionarse con cierto tipo de temas”, - le reclaman sus padres. El escándalo es tan grande que se va de nuevo a París y trabaja como fotógrafa de moda para la Vogue.
Allí conoce a Man Ray y se convierte en su alumna, modelo y amante. Fue una unión fructífera para ambos, juntos descubren la técnica de solarización, que Miller provocó accidentalmente trabajando en el laboratorio. Man Ray la introduce al mundo surrealista y la presenta a Duchamp, Picasso (hace una de las mejores series de fotos de él), Magritte, Cocteau.
L. Miller, Retrato solarizado
M. Ray, Retrato solarizado de Lee Miller
M. Ray, Desnudos de Lee Miller
P. Picasso, Retrato de Lee Miller
Picasso y Miller
Pero esta unión no dura mucho. La visión de Man Ray de una relación abierta es unilateral, persigue a Lee por las calles de París. Presa de celos, el artista rompe sus fotos y luego, genio al fin, con los restos crea una serie de collage llamada Objetos de destrucción. El acoso provoca la huída de Lee a Egipto, donde se casa con un antiguo amante millonario.
M. Ray, Retrato de L. Miller
M. Ray, Objeto de destrucción
La vida de protegida de un harén la aburre, y vuelve a París, donde se casa de nuevo con el pintor inglés Roland Penrose y se dedica a la fotografía artística
Cuando comienza la II Guerra Mundial sus destinos se separan. Deja al esposo e hijo y se convierte en corresponsal fotográfica para Vogue.
Lee Miller en la bañera de Hitler
Así publica una especie de “Los desastres de la guerra” modernos. "No me gusta fotografiar horrores", decía. "Pero no creo que haya un lugar que no esté repleto de ellos." El Guardia de Buchenwald
La teniente siucidada
El oficial de SS ahogado
La carga de lo visto se hace tan pesada, que se vuelve alcohólica y luego abandona la fotografía, prohíbe toda la exposición de sus obras y se dedica la cocina, seleccionando recetas y entrevistando los famosos chefs.
Queda olvidada hasta poco después de su muerte en 1977, cuando su hijo descubre una caja con más de 500 fotos y 40.000 negativos, junto a cartas y manuscritos. "Fue un tesoro extraordinario. Me di cuenta entonces que no sabía nada de la vida de mi madre y que no me reconocía en sus memorias. Fue como recordar a alguien que conociste vagamente y descubrir que tuvo una extraordinaria vida".Lee vista por su marido, R. Penrose
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